lunes, mayo 10

Fresa y Chocolate

Director: Tomás Gutiérrez Alea / Juan Carlos Tabío

País: Cuba / España / México

Reparto: Jorge Perugorria / Vladimir Cruz / Mirta Ibarra

Contexto: Debate político

Género: Drama / Comedia

Año: 1994


Sinópsis (spoiler)

En La Habana de 1970 se respira el clima intolerante, xenofóbico y sexista de los prejuicios dictatoriales con que la nación fue blindada ideológicamente después de la Revolución. Es en este ambiente en el que David, un joven militante de la Juventud Cubana, conoce a Diego, un artista homosexual. La novia de David se ha casado con otro hombre, acomodado y acaudalado, y éste se encuentra en estado de depresión. Acude a una fuente de sodas a pedir una malteada de chocolate, y es ahí donde lo aborda Diego, quien tras pedir una malteada de fresa le dice que posee unas fotos suyas de una actuación en el teatro. A pesar de su acentuada homofobia, David accede a acompañar a Diego a su casa para poder recuperar tales fotografías, mas no sospecha que las intenciones del artista son seducirlo y, con ello, ganar una apuesta a otro amigo suyo. A su vez, David se toma mucho más en serio su papel de revolucionario y acepta las invitaciones de Diego para conocerlo mejor y delatar a sus contactos en la promoción de artes y los artículos que obtiene de contrabando.

Dentro de esta relación en que David está en abierta hostilidad y Diego escondiendo secretos, el primero aprenderá a escuchar, a participar y a ser flexible con los elementos de la sociedad intelectual, política y sexualmente diferentes, mientras que el segundo revelará información cada vez más comprometedora poniendo en entredicho la responsabilidad del joven comunista. ¿Deberá delatar a Diego por el bien de un ideal que no acepta la participación de las ideas diferentes? ¿O deberá defenderlo de la marginación y la persecución? Lo que había comenzado como una relación basada en la inseguridad de ambos individuos terminará convirtiéndose en la más grande de las amistades, apreciándose una emotiva escena en la que el joven comunista y homofóbico se fundirá en un fraternal abrazo con el artista homosexual reprimido y marginado por el ideal revolucionario.

Comentarios

Un sábado que mi hogar y que no tenía nada que hacer, encendí la televisión y ví, con cierto desagrado, que estaban pasando la función sabatina de box. Cambié de canal, y observé que estaba por comenzar esta película.

-¿Fresa y chocolate? -me pregunté. -Tal vez se trate de una película a lo Grease.

La película comenzaba directamente con la mala experiencia de David con su novia y, acto seguido, se retrataba una ronda nocturna de copas en La Habana y luego una mañana normal en Paseo del Prado. El tema de la homosexualidad comenzó tan súbitamente que me disgustó, harto ya de la ovasión que han recibido las películas que abordan esta temática sólo por ser "de expresión abierta y sin tabúes". No sé qué fuerza actuó en mí, que decidí darle unos minutos más como oportunidad.

Muy pronto fui desbordado por la temática de la película, muy robusta e interpretativa, con un Jorge Perugorria actuando de maduro homosexual cuyos argumentos eran devastadores. Con su personaje, "Diego", retrata en el filme a un hombre frustrado por la intolerancia y la inflexibilidad de un régimen autodenominado "revolucionario" que era incapaz de permitir la participación diferente, fuera femenina u homosexual, ni la expresión de ideas contrarias al castrismo y el caudillismo promovido desde los organismos intelectuales de izquierdas. A menudo aborda el tema del rechazo ciego a los dogmas religiosos, la filosofía materialista denigrada por los socialistas y, sobre todo, la negativa a los homosexuales para sumarse a la Revolución en cualquiera de sus ámbitos. Diego es un ente noble y testarudo, que oculta con su carácter mundano y alegre todos los complejos que le han acarreado una vida de marginación y que promueve, con sus recalcitrantes monólogos, la superación de la cerrazón mental y el derribamiento de los tabúes. Algo que aprecié sobremanera del filme fue que abordara esos temas, tan latentes en la sociedad mexicana actual, con monólogos, discursos y caracterizaciones interpretativas y no con escenas explícitas o provocaciones obscenas, que no soy enemigo de ellas, pero sí considero que han sido sobre explotadas.

Algo que no me gustó de la película es la falta de interpretación de Vladimir Cruz (David) que se limita solamente a ser un polo neutral para la actuación de Jorge Perugorria. Aunque, dependiendo de la perspectiva, también podría tomarse como un acierto por no quitar presencia a "Diego", que es el personaje que lleva casi todo el argumento en la actuación. La banda sonora también es limitada, sintiéndose independiente de la actuación y pasando desapercibida en algunas escenas que se hacen un poco cansadas, y algunas de las discuciones entre los dos personajes, algunas de ellas muy interesantes, son cortadas de tajo, tal vez para acentuar la homofobia de "David", pero dejando al espectador con un mal sabor de boca.

En fin. Considero que se trata de una película genial, constructiva y educativa, ideal para ver en pareja o en solitario. Y aprendí que siempre es mejor conceder oportunidades a los materiales aunque nos tengan agobiados. Nunca sabe uno qué cosas se puede perder por mero prejuicio.

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