Autor: César Vidal
Contexto: Biografía / Humanística
Año: 2006
País: España
A lo largo de la historia, han sido muchos los personajes que han influido en los hechos y en los procesos sociales, tanto como para divergir y maravillarnos en un mundo de posibilidades temporales en las que el humano siempre se ha detenido a pensar. Muchos de estos personajes nos han legado su memoria, y la humanidad los recuerda como héroes llenos de gloria o sujetos mal hadados caídos en desgracia. Como sea, es sabido que, a pesar de sus virtudes y sus defectos, no eran ni más ni menos humanos que el resto de los hombres y mujeres que han existido, y como tal, sufrieron siempre las desventajas que sus condiciones fisiológicas, psicológicas, educativas, familiares, sociales, culturales y económicas les marcaban.
Todos tenemos un talón de Aquiles, y nos guste o nos disguste, nos veremos siempre limitados por una o muchas debilidades que nuestras condiciones antes citadas nos impongan. De la misma manera, personajes como Napoleón Bonaparte, Fiodor Dostoyevski o Felipe II, en quienes tenemos ejemplos nobilísimos de individuos excepcionales, sufrieron serias limitaciones en su carrera hacia la inmortalidad. ¿Pudo haber tenido un destino diferente Edgar Allan Poe, de no ser por su alcoholismo crónico? Aún así, su figura nos maravilla. Y también pudo haber deparado la vida un final feliz a Oscar Wilde de no haber sido por los escándalos de homosexualidad en que se vio envuelto, a Virginia Woolf si la naturaleza la hubiese hecho menos aprensiva o a Abderramán III de haber nacido con una mejor apariencia para ser un árabe. Emperadores, tiranos, filósofos, políticos y modernos dictadores, cada uno de ellos fue víctima de las inevitables consecuencias que habría de generarle su talón de Aquiles.
Crítica y comentarios
Es la primera vez que he leído a César Vidal. Antes de «El talón de Aquiles» solo sabía que es un escritor español que se presenta como Doctorado en Historia -título muy cuestionado en los medios-, que tiene cierta tendencia a meterse en asuntos políticos, que no es muy grato al público moderado o liberal y que escribe más de diez libros en un año. Y para ser la primera vez, debo decir que me ha dejado muy mal sabor de boca. Hablando de esta obra, se queda muy por debajo, siquiera, de una obra de entretenimiento, manipulando la información de algunos personajes y sesgando la opinión hacia el lector de manera peligrosa y con muy mala intención aparente. La obra en cuestión es simplista y lineal, sin la menor labor de investigación y, en algunos casos, la información sobre los personajes que aparece en el libro se encuentra textualmente idéntica en artículos correspondientes de la Wikipedia. Maneja un sesgo orientado a ciertas creencias que obedece, de ahí que condene en la obra, en todo momento, a la homosexualidad y al ateísmo, por no citar varios pasajes que son ataques recalcitrantes contra el socialismo (incluido un comentario en el que asocia al anarquista radicalísimo Nikolai Speshnev con el fundador del PSOE).
En la orientación de la obra, reduce a la historia universal a un nivel tan ridículo como el estudio de las vidas de un puñado de influyentes, convierte estigmas y conflictos personales en causas de dinamismo internacional y simplifica procesos y problemas de una región, de un país o del mundo entero, en un conflicto interpersonal de un personaje cualquiera; por ejemplo, al hablar de Lenin, le hace responsable directo de la muerte de más de cien millones de personas (las que costarían los modelos copiados al socialismo en países como China, Cuba y Yugoslavia) y sería, dice, por una característica implícita en el ruso a la que denomina "desprecio por el ser humano". Por otro lado, únicamente un personaje logra superar la adversidad provocada por sus debilidades, y es un ludópata Fiodor Dostoyevski quien sale adelante gracias a que encontró cobijo en el amor a dios y su filosofía humanista.
Con respecto al contenido, debo mencionar unas cuantas inconsistencias o argumentos contrarios a lo que se acepta comúnmente. Por citar algunos: en el capítulo en que habla de Napoleón Bonaparte, da la impresión de que está hablando de su hermano José, dejándole como un incompetente segundón y sin mérito alguno. De Edgar Allan Poe, dice, hubiese llegado a alcanzar la grandeza -¿es que acaso no la alcanzó, en opinión de muchos?- de no haber sido por su consumo excesivo de alcohol. Al hablar de Abderramán III, culpa a sus complejos de inferioridad por las matanzas de cristianos, el ataque constante a sus reinos y el culto a su personalidad, y no a su crianza noble en una gran casa del Islam, a su fanatismo religioso o a su misma determinación que le valió el elogio de no pocos reyes cristianos. A Virginia Woolf casi la hace culpable por su trastorno maníaco-depresivo y a los padres de Oscar Wilde los responsabiliza de su homosexualidad por haberle vestido como niña cuando fue pequeño. Incluso en la conclusión, que es un mero pretexto para evangelizar al lector, menciona que Estados Unidos es el único país del mundo en el que nunca ha habido una dictadura totalitaria porque siempre ha sido un pueblo obediente de las leyes divinas, mas nunca menciona nada sobre aquellas que exporta y mantiene en países más débiles.
En general, la obra entretiene por momentos, tornándose inverosímil en algunas partes, casi peligrosa si el lector no conoce nada sobre la historia. Únicamente rescataría dos o tres capítulos pero, aún así, recomendaría una mejor lectura de los mismos en la web. Que el lector no trate de encontrar seriedad o una buena labor de documentación en esta obra porque no la habrá y, en donde la documentación es buena, en ocasiones, el autor la manipula.
Gracias por avisar. No me fío de ese Vidal ;)
ResponderEliminar¡De nada, hombre! Pero igual tiene sus seguidores y por algo será. No sé, siempre es mejor conocer lo malo que perderse de una buena lectura. Eeeemh... en este caso no fue así, pero bueno, valió la pena.
ResponderEliminarMejor tener a este hombre vigilado. A veces leemos párrafos de sus "obras" en la facultad, que apuntamos leyéndolas de estrangis en el FNAC. Da para muchas risas en clase, pero es peligroso lo que hay detrás.
ResponderEliminar¡Cuídate!
Gracias por la visita, Andronicus.
ResponderEliminarY sí. A este tipo de escritores que les gusta buscarle tres pies al gato, es mejor señalarlos cuando comienzan a soltar comentarios con mala fé.